Cuando en 1969 un norteamericano residente en Puerto Rico sobrevolaba el litoral este de la República Dominicana,
se encontró con una maravillosa extensión de 8 km de costa, salpicada
por hermosas playas de fina arena blanca que resplandecía en contraste
con las cristalinas aguas que recogían el azul intenso del cielo. Un
azul moteado por la blancura de las olas, como si fueran nubes en el mar
al cruzar la barrera de arrecife de coral que protegía toda la
extensión de aquel paraíso escondido. Había descubierto Punta Cana.
Aunque
las playas ya son un motivo importante para acercarse a este lugar, los
mercados locales y sus artesanías, el Manatí Park, sus 12 canchas de
golf y sus aldeas e islas cercanas son puntos obligados en una visita a
este paraíso.
Para aquellos que buscan más que un poco de playa y
relax al sol, es posible practicar deportes como el béisbol, tenis,
vela, buceo, jet ski, paseos en lancha, pesca de altura, etc. Una
mención especial para los grupos de animación, disponibles en todo
momento, sus concursos de merengue y clases de gimnasia a orillas del
mar.