Quien se fue a Sevilla... Se enamoró de su belleza y del encanto que desprende gracias a su gastronomía, a sus naranjos, a sus patios en los que el tiempo parece detenerse y, sobre todo, a la amabilidad y la alegría de sus gentes que disfrutan de la vida en sus calles con una buena cervecita fría y muchas risas. La ciudad de la luz y del color te espera a orillas del Guadalquivir para que descubras sus rincones escondidos y sus amaneceres junto a la Giralda. Todo sin prisa, empapándote del olor a azahar.