Marruecos es desierto pero también es mar. Bañada por las costas del
Océano Atlántico y del
Mar Mediterráneo, sus playas son aptas para aquellos que buscan relajarse como para los que buscan practicar los más diversos deportes acuáticos. En el Corazón de este país, la arena se extiende formando
un gran desierto de dunas y pequeños pueblos con fortificaciones que nos llevan a un tiempo pasado y una cultura milenaria.
Para los amantes de la historia, existen diversos
museos artísticos o científicos en el que se exhiben desde armas, bordados, vajillas y trajes hasta esqueletos de dinosaurios o de los hombres paleolíticos. Además, es interesante visitar la gran cantidad de
palacios que se alzan por todo el país; bellas y seductoras construcciones de diseño islámico y extensos patios.
Y para festejar esta cultura milenaria, nada mejor que bailar al ritmo de la
danza del vientre mientras se disfrutan de exquisitos platos como el cuscús, la sopa harira o carnes condimentadas con las especias más explosivas.