Godspell va de eso: de Amar, de perseguir la justicia, de aceptar las reglas del juego sin rendirse ante lo que nos duele. Y, sobre todo, de recordar, si es que lo hemos olvidado, que la vida es un camino que necesitamos recorrer de la mano del otro. Godspell va de construir una ciudad bella donde todos tengamos nuestro lugar. Todo empieza en el Teatro Olympia.
La escena arranca en un lugar que, bien pudiera ser un almacén de teatro, como una desvencijada corrala de vecinos. En ella descubres a los personajes, una joven compañía de teatro, interpretando una obra para el público. Todo es aparentemente normal, pero, tanto la obra como el contexto en el que se desarrolla, nos mostrarán que no lo es.
A través de cada uno de los personajes y sus respectivos encuentros con Jesús, revisitaréis los Evangelios del Nuevo Testamento, iniciando así un viaje personal de no retorno.
La tolerancia y el respeto al diferente, la necesidad de construir y tejer redes de apoyo comunitario, la compasión por cualquier ser humano, la riqueza sostenible y compartida, la libertad de ser y elegir, la corresponsabilidad en la construcción de una buena vida para todos, el derecho a equivocarse y volver a empezar, dolerse con el sufrimiento del otro, vivir completos, reír, amar, cantar, jugar... vivir, hasta morir.
Y, al final del viaje, cuando sintamos que todo acaba, que la oscuridad lo inunda todo, Godspell te recuerda que hay esperanza, que todo empieza de nuevo, que ahí afuera, hay una nueva pasión.